miércoles, 6 de enero de 2010

Vendamos a Messi

Está claro que Messi es el mejor jugador del mundo. Su técnica es indiscutible, su arrancada deja atrás a cualquier defensa, su capacidad de decidir partidos apenas tiene parangón, su juventud aún le deja margen de crecimiento como jugador... Precisamente por todo eso deberíamos venderlo.

No por el hecho que a veces desaparezca durante partidos enteros y juguemos con diez; ni porque buena parte de su valor se base en algo que no será eterno como es su arrancada; ni porque no podamos estar seguros que recaiga en su mala racha de lesiones; ni siquiera porque esté obsesionado con su selección y parezca preferir tener éxito allí que en el club que le paga.

No, es tan simple como el hecho que hay clubes que nos pagarían una cantidad obscena de dinero por él (no menos de 150 millones). Ningún jugador vale eso: ¿acaso era razonable pagar más de 90 millones por Cristiano Ronaldo, incluso con todo su talento? Pues tampoco lo sería rechazar una oferta aún más multimillonaria por Messi.

Y es que incluso el mejor de los jugadores se deprecia con el tiempo: no vale sólo con la técnica (que no se pierde) ni con el cerebro (que puede incluso madurar y mejorar), sino también con el físico (que tarde o temprano a partir de una determinada edad ya va cuesta abajo). El mejor de los jugadores, por más que pueda pagarse por él cientos de millones en su mejor momento, no acaba valiendo nada diez años después, quince a lo sumo. Es un bien que irremediablemente acaba quedando sin valor.

No se trataría de malgastar lo obtenido, por supuesto, vive Overmars y Petit; con lo que obtuviéramos por Messi tendríamos para acabar con una buena parte de la deuda (cifrada en hasta 438 millones, aunque incluso las fuentes más optimistas reflejan más de un centenar de millones). Ése sería el último y mejor servicio de Messi al barcelonismo: dejar un club saneado económicamente, que no dependa del dinero (y de los caprichos) de las televisiones, y sobre todo que no pueda desaparecer cuando deje de tolerarse la vergonzante situación económica de los clubs de fútbol en general. Ya se sabe, el ladrillo nunca baja y no hay burbuja inmobiliaria que pueda estallar, ¿o quizá sí? Pues lo mismo ocurrirá tarde o temprano con el fútbol.

"Por todo éso y muchas cosas más", que se decía antes: vendamos a Messi.

Positifo: los que añoraban post polémicos y el 'no foti...' estarán contentos.
Nejatifo: que va en serio. Muchos vais a pedir mi cabeza.

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