martes, 10 de noviembre de 2009

La puntilla


Bojan desatascó y reanimó el partido en dos minutos y con dos fogonazos de furia, el primero rematando a placer tras asistencia de Jeffren, el segundo tras meritoria jugada personal. A partir de aquí, e impulsado por los cambios de Guardiola, festival del Barça y sangría de la Cultural Leonesa. Pedro, gol. Messi gol. Xavi, gol. Y ocasiones a mansalva: de Bojan, de Messi, de Sergio Busquets, un no parar. Por haber, hasta palo de Dani Alves en los minutos finales del partido. El resultado final pudo ser escandaloso pero, puterías de la vida, fue quisquillosamente oportuno. Y la poca gente en el campo haciendo la ola, feliz, y celebrando a lo grande un trámite en una noche no predestinada para ser recordada precisamente. Hasta las retransmisiones de RAC1 y Catalunya Ràdio daban alicientes extras a su clientela - los primeros compartiendo espacio con sus colegas de "La competència"; los segundos dando entrada en antena a amigos de la "trasmi" como Roger Grimau, el bajista de Manel, Nina, la Paquita del Hispania, Antoni Basas y hasta un chaval de catorce años que emulando a Puyal cantó en directo el gol de Xavi - en vistas que el partido no prometía nada. Afortunadamente, el Barça embelleció en cuarenta y cinco minutos de vértigo (y descomposición rival, hay que decirlo) un encuentro que pintaba a repetir el tostón soporífero de la primera parte: un equipo plano y funcionarial que se limitaba a cumplir el expediente de pasar eliminatoria sin agobios y mostrando puntualmente destellos de electricidad y calidad, y otro equipo entusiasta en su disposición y satisfecho por mantener su portería a cero tras el descanso. Bojan lo rompió todo y el equipo, que necesitó de este resorte para conectarse, estar a la altura esperada y retozar en la diversión, regaló media noche de alegría al barcelonismo. Puestos a particularizar, con la debida contextualización de que el partido no fuese de máxima exigencia, gustó el temple de Fontás y el atrevimiento juvenil de Dos Santos, brillante en su asistencia a Bojan en el segundo gol. A remarcar, también, la jugada de orfebrería de Iniesta que propició el gol de Pedro, otro más, aunque esto ya no sea noticia.

El Pep Team remató con final feliz su eliminatoria regalando, decíamos, media noche de alegría al barcelonismo. La otra mitad vino de Madrid, claro. Aunque aquí, sin proponérnoslo, diésemos puntilla maliciosa al estropicio ajeno. El Barça no sólo marcó cuatro goles, hizo uno más. Justo los que otros necesitaban. Un triplete ya no será posible.

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