sábado, 12 de septiembre de 2009

Dos Whoppers


Decía nuestro Cruijff en la previa que hoy tocaba zamparse un Whopper en Getafe. Pues mejor dos, gracias, que aunque hablemos de comida basura, a veces estas hamburguesas indefinibles en lo estético y gustativo vienen de gusto y sientan bien. Y esto es lo que hizo el Barça, en el Coliseum de ese mito incomprensible – por su fichaje, claro - del barcelonismo, un Barça que llegó, vio y venció, sentenciando el partido en dos bocados furiosos y hambrientos, donde Ibrahimovic, nuestro inadaptado favorito, ofició de chef y comensal al mismo tiempo, con un gol oportunista para abrir la lata y una asistencia de lujo para sentenciar el partido. Nada mal para tratarse de comida basura, pero insuficiente, quizás, para el paladar más exigente del barcelonismo, acostumbrado de un tiempo a esta parte a las delicatessen y las excelencias de los emporios gastronómicos más reputados y estrellados, allí donde el minimalismo de los platos es inversamente proporcional a la abundancia de la factura final.



No fue hoy en Getafe un Barça genial ni brillante. Digamos que solvente, que resolvió cuando tocaba. Pero a ratos fue inoperante, y en la primera parte desbordado y apurado por un Getafe entusiasta y eficiente en sus limitaciones y que dejó dos muescas en los palos que defendió con acierto Valdés. Pero era el Barça B en ataque, excepto Ibrahimovic, y con bajas importantes por la resaca del virus FIFA. Lo mejor del Barça en los primeros cuarenta y cinco minutos era su banquillo y un empate a 0 en el marcador, dos claros presagios de que en la segunda mitad, cuando salieran los buenos, el Barça la podía romper. Y así fue, con Messi e Iniesta (¡cuanto te hemos añorado, Don Andrés!) acompañando a Ibrahimovic en ataque y desarbolando con más facilidad un castigado Getafe incapaz de aguantar, por el desgaste sufrido, las embestidas de un Barça más inspirado en lo físico y en lo excelente de sus futbolistas. Dos lecturas del partido: la optimista, que dirá que el Barça resistió y maduró el partido para rematar y sentenciar en la segunda mitad; y la negativa, que bramará por desperdiciar 60 minutos de juego. Tanto da la botella con la que nos reflejemos y quedémonos con la que más nos guste, ya que el desenlace para ambas es el mismo: victoria eficaz, de equipo campeón, y tres puntos a la butxaca.



En lo individual, destacar el más que correcto partido de Chygrynskiy, al que Guardiola, con medio entrenamiento, lo ha hecho debutar. Con un par. Algunos dirán temerario, sí, pero ahí está Pep queriendo demostrar a la culerada que su central no era un capricho producto de su endiosamiento post triplete y que su confianza con el ucraniano es total. Y el central correspondiendo. Lo veremos con atención en su estreno en el Camp Nou pero el tipo promete (y Guardiola respira). Y Messi, en su hábitat blaugrana natural, siendo el jugador que todos sabemos que es, y dando un corte de mangas a la Argentina futbolística que pretende del futbolista lo que no puede ser: una exquisita delicatessen esferificada en un Burger King.

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